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Seguimiento Tortuga Boba rescatada en el RCNT

Las tortugas bobas y los cangrejos cloacales
Juan A. Pujol. Biólogo
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Entre los pescadores y aficionados a la mar de las costas mediterráneas y canarias existe una vieja creencia que se transmite oralmente de generación en generación. Tal vez los más jóvenes jamás hayan oído hablar de ella. Dicen que cuando una tortuga marina no puede sumergirse es debido a la presencia de cangrejos en la zona cloacal que, por ello, deben ser eliminados. Izada a bordo, limpiada de lo que se supone son cangrejos parásitos, y vuelta a liberar, muchas personas han comprobado que la tortuga marina así tratada ya puede hundirse en las aguas azules del mar (algo no comprobado de forma científica). Sin embargo, esta práctica debe revisarse, porque en ocasiones se puede estar causando un daño involuntario a la tortuga, que incluso puede tener fatales consecuencias.

Es habitual que la tortuga boba flote medio adormecida en la superficie del mar. Al ser un animal que no regula su temperatura interior, necesita calentarse con los rayos solares. De hecho, cuando están en tal trance, se pueden capturar con facilidad. Por ello reciben el peyorativo nombre de “bobas”. Y también por ello, en ocasiones, sufren el abordaje de los barcos, que llegan a fracturar su caparazón, como le ocurrió al ejemplar que varó el 31 de mayo pasado en la playa de La Mata.

 

Por otro lado es cierto que algunas tortugas marinas tienen alojados, en el hueco que existe entre el caparazón, la región cloacal y las aletas posteriores, unos pequeños cangrejos, normalmente uno por tortuga, aunque a veces se encuentran dos y, excepcionalmente, hasta tres. Se trata de Planes minutus un cangrejo de menos de 2 cm de longitud y caparazón liso que también puede vivir en cualquier objeto flotante en alta mar. Este pequeño cangrejo suscitó la curiosidad de los navegantes de todos los tiempos. Cristóbal Colón lo observó y recolectó flotando en el mar de los Sargazos el 17 de septiembre de 1492, como se puede leer en su diario de viaje. Por ello, en ámbitos académicos sobre todo anglosajones, se suelen referir a él como “cangrejo de Colón”.

Por mucho tiempo se pensó que se alimentaban de las heces fecales de la tortuga, pero estudios recientes han demostrado que realmente predan sobre la amplísima comunidad de organismos que acompañan a la tortuga boba (desde algas a cirrípedos, pasando por moluscos y otros crustáceos aún más pequeños). De esta forma el cangrejo, al alimentarse sobre los organismos que recubren el caparazón de la tortuga, establecería una suerte de relación simbiótica con ella, al proceder a la sistemática limpieza del caparazón. Y es que un caparazón limpio mejora la natación y el buceo de las tortugas marinas. El hecho de que se localicen en esa peculiar región cloacal y no en otro lugar, se explica al ser el único escondrijo que encuentra el cangrejo en el cuerpo de su anfitrión, además de que en esa zona las turbulencias generadas por el avance de la tortuga en el agua se reducen notablemente.

El perjuicio de quitar los cangrejos cloacales a las tortugas bobas no viene tanto por eliminar unos aliados que limpian sus caparazones, que también, sino por otro motivo de mayor peso. En ocasiones, una tortuga que no pueda sumergirse, es probable que esté sufriendo problemas no observables que incluso pueden acarrear la muerte del animal. Tal vez haya ingerido algún elemento extraño (plásticos, anzuelos), podrían estar sufriendo el síndrome de descompresión (técnicamente una embolia gaseosa) al haber sido enmalladas por un arrastrero o palangrero y subidas rápidamente a superficie (el mismo problema que pueden experimentar los submarinistas) o pueden estar sufriendo algún tipo de enfermedad o disfunción orgánica.

Por ello, siempre que se observe una tortuga con problemas de flotabilidad, independientemente de que tengan cangrejos en la zona cloacal o no, deben ser izadas a bordo y poner en marcha el protocolo de varamientos mediante llamada al 112 y al RCNT. El objetivo final es que pueda ser ser convenientemente evaluada y diagnosticada.

Por ejemplo, la tortuga que fue rescatada el pasado 13 de abril, por el barco de control del RCNT durante la celebración de la última jornada del Campeonato de España clase Europa de vela, presentaba problemas para sumergirse. Una vez a bordo, le fueron localizados dos cangrejos cloacales. Pero el posterior diagnóstico realizado en el Oceanográfico de Valencia evidenció la causa real de su estado: sufría una importante neumonía que requirió tratamiento antibiótico. Si hubiera sido liberada, previa eliminación de los cangrejos, lo más seguro es que hubiera muerto lentamente. En la actualidad esta tortuga, ya completamente recuperada, espera el momento de recobrar su libertad.

Foto: Momento de la recuperación de la tortuga boba el pasado 13 de abril en el RCNT

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